Los motivos son claros: jornadas interminables, salarios que no compensan el esfuerzo y condiciones laborales que alejan a las nuevas generaciones de la profesión. A esto se suman las crecientes exigencias normativas, la falta de áreas de descanso adecuadas y el encarecimiento del gasóleo, que ha disparado los costes operativos un 7,5% en el último año.
Las empresas de transporte luchan por cubrir rutas internacionales, pero la competencia con países del Este, donde los costes laborales son más bajos, complica aún más la situación. Mientras tanto, la digitalización y la automatización avanzan, pero aún estamos lejos de una solución real sin conductores al volante.
El sector necesita una reacción urgente. Es hora de dignificar la profesión, mejorar las condiciones y atraer a nuevos conductores antes de que la crisis del transporte ponga en jaque la cadena de suministro en España y en toda Europa.
Los motivos son claros: jornadas interminables, salarios que no compensan el esfuerzo y condiciones laborales que alejan a las nuevas generaciones de la profesión. A esto se suman las crecientes exigencias normativas, la falta de áreas de descanso adecuadas y el encarecimiento del gasóleo, que ha disparado los costes operativos un 7,5% en el último año.
Las empresas de transporte luchan por cubrir rutas internacionales, pero la competencia con países del Este, donde los costes laborales son más bajos, complica aún más la situación. Mientras tanto, la digitalización y la automatización avanzan, pero aún estamos lejos de una solución real sin conductores al volante.
El sector necesita una reacción urgente. Es hora de dignificar la profesión, mejorar las condiciones y atraer a nuevos conductores antes de que la crisis del transporte ponga en jaque la cadena de suministro en España y en toda Europa.