Su regulación se realiza a través del Real Decreto 1048/2022, de 27 de diciembre, sobre la aplicación, a partir de 2023, de las intervenciones en forma de pagos directos y el establecimiento de requisitos comunes en el marco del Plan Estratégico de la Política Agrícola Común (Pepac), y la regulación de la solicitud única del sistema integrado de gestión y control. El objetivo de esta ayuda es garantizar la viabilidad económica del cultivo tradicional de la uva pasa evitando el abandono en las zonas de producción que cuentan con escasas alternativas de cultivo y donde esta producción es fundamental desde el punto de vista medioambiental, económico y social.
Según ha explicado Espín “en esta nueva normativa que va a regular estos incentivos se establece la necesidad de presentar un contrato entre los productores y los transformadores, dándose las circunstancias de que en el caso de la uva pasa la transformación la realizan los propios agricultores en sus fincas”. De esta forma en este encuentro, ha continuado Espín, “se han sentado las bases para poder acreditar que los productores de uva pasa de la Axarquia malagueña cumplen con los requisitos necesarios para optar a estas ayudas”.
El proceso para hacer la pasa se realiza mediante la colocación de los racimos de uvas que se dejan al sol durante dos semanas en estructuras denominadas paseros. Después se colocan los racimos en un ‘formalete’, que es una especie de bandeja de madera que se coloca sobre las piernas, y se separan con las tijeras cada una de las pasas del racimo. Se trata pues de un proceso ancestral y tradicional que requiere del apoyo de las administraciones para que pueda garantizarse su producción.
El sistema de producción de uvas pasas de Málaga goza actualmente de un reconocimiento internacional como Sistema Importante del Patrimonio Agrícola Mundial (SIPAM) otorgado por la FAO siendo pionero en Europa en el reconocimiento como tal. Con ello, además, se pone en valor su producción respetuosa con el entorno, el paisaje y su vinculación con la población y el territorio, caracterizando un modo de vida, una cultura y un folklore que le es propio.
Su regulación se realiza a través del Real Decreto 1048/2022, de 27 de diciembre, sobre la aplicación, a partir de 2023, de las intervenciones en forma de pagos directos y el establecimiento de requisitos comunes en el marco del Plan Estratégico de la Política Agrícola Común (Pepac), y la regulación de la solicitud única del sistema integrado de gestión y control. El objetivo de esta ayuda es garantizar la viabilidad económica del cultivo tradicional de la uva pasa evitando el abandono en las zonas de producción que cuentan con escasas alternativas de cultivo y donde esta producción es fundamental desde el punto de vista medioambiental, económico y social.
Según ha explicado Espín “en esta nueva normativa que va a regular estos incentivos se establece la necesidad de presentar un contrato entre los productores y los transformadores, dándose las circunstancias de que en el caso de la uva pasa la transformación la realizan los propios agricultores en sus fincas”. De esta forma en este encuentro, ha continuado Espín, “se han sentado las bases para poder acreditar que los productores de uva pasa de la Axarquia malagueña cumplen con los requisitos necesarios para optar a estas ayudas”.
El proceso para hacer la pasa se realiza mediante la colocación de los racimos de uvas que se dejan al sol durante dos semanas en estructuras denominadas paseros. Después se colocan los racimos en un ‘formalete’, que es una especie de bandeja de madera que se coloca sobre las piernas, y se separan con las tijeras cada una de las pasas del racimo. Se trata pues de un proceso ancestral y tradicional que requiere del apoyo de las administraciones para que pueda garantizarse su producción.
El sistema de producción de uvas pasas de Málaga goza actualmente de un reconocimiento internacional como Sistema Importante del Patrimonio Agrícola Mundial (SIPAM) otorgado por la FAO siendo pionero en Europa en el reconocimiento como tal. Con ello, además, se pone en valor su producción respetuosa con el entorno, el paisaje y su vinculación con la población y el territorio, caracterizando un modo de vida, una cultura y un folklore que le es propio.